Incendies (2010), Denis Villeneuve
Oriente próximo es uno de esos lugares del mundo donde
parece que algunos tienen total impunidad para cometer las mayores atrocidades
sin que las potencias que controlan el planeta para su beneficio hagan nada. Un
pasado y un presente de conflictos bélicos que parecen no tener fin y que ha
supuesto la muerte y el exilio de centenares de miles de personas. Contexto en
el que emerge Incendies, adaptación
de la obra teatral de Wadji Mouawad, como una necesidad de llevar a las
pantallas del mundo occidental esta realidad que apenas se conoce sino a través
de los noticiarios. Una realidad que a menudo se queda por demasiado poco tiempo
en nuestras cabezas.
Durante la Guerra del Líbano en los años 80, Nawal Marwan
luchó por sus derechos y por los de su pueblo antes de exiliarse a Canadá. Tras
su muerte (que es el arranque de la trama), deja como parte de su testamento dos
cartas a sus dos hijos, una para que la entreguen a su padre, al que creían
muerto; la otra dirigida un hermano cuya existencia desconocían. Es a raíz de
entonces que ambos hermanos se dirigen a Líbano para conocer la verdadera
historia de su madre y cumplir su deseo.
Por lo tanto, Denis Villeneuve opta por enfocar la
cara más humana del conflicto. Focaliza la trama en la figura de su
protagonista, interpretada notablemente por Lubna Azabal. Algo que ha colocado
para cierto sector de la crítica a Incendies
como un culebrón sensacionalista en el que una madre revela a sus hijos el
secreto que nunca imaginaron, sin ahondar en la esencia del conflicto del
Líbano. Sin embargo, sí consigue trascender en su humanidad, en la dureza de la
vida de una mujer marcada por el horror de la guerra. Cuyos ecos e ideologías
se reflejan de forma sutil, pero intensa, suficiente para entender en qué
momento histórico nos encontramos y cuál es la problemática que nos atañe.
Porque si algo consigue Incendies es que uno se quede con la sensación
desgarradora de que lo que ha visto es una historia real. Ya no la historia de
muchas mujeres del Líbano, sino de muchas mujeres que siguen sufriendo esos
mismos abusos a diario en cualquier parte del mundo.
Galardonada en diversos festivales, podríamos decir
que Incendies aporta cierta
continuidad a una serie de películas en las que se reflexiona en torno a la
Guerra del Líbano. En los últimos años, dos producciones israelís de
extraordinaria originalidad han dado la vuelta al mundo haciendo autocrítica
sobre este conflicto: Vals con Bashir (Ari
Folman, 2008) y Lebanon (Samuel Maoz,
2009). Mejor película de habla no inglesa en los Globos de Oro y León de Oro en
la Mostra de Venecia respectivamente, suponen el relato autobiográfico de dos
cineastas que combatieron en la guerra durante su juventud.
Sin importar cómo ni quién cuente la historia, es
necesario seguir contándola desde un punto de vista objetivo. Dejar que los
hechos hablen por sí mismos, tomar el testimonio de aquéllos que realmente han
vivido el terror de la guerra y no de aquellos que la escriben desde lejos.