28 de julio de 2012

El caballero oscuro: la leyenda renace (2012), Christopher Nolan


El estreno de El caballero oscuro: la leyenda renace (The Dark Knight rises) ha sido uno de los más esperados del año y desgraciadamente, el más accidentado. Es curioso como algunas personalidades norteamericanas han escrito en los medios de comunicación estos días cuestionando la violencia aparecida en el cine que consumen las masas. Algo que indudablemente influye en las actitudes de nuestros más jóvenes si no existe una normativa que lo regule con claridad, como ocurre en Estados Unidos. Sin embargo, algunas de estas opiniones no se han cuestionado el uso descontrolado de las armas de la población estadounidense, lo cual no es una buena forma de enfocar el problema. Así en el estreno en la pequeña localidad de Aurora (Denver, Colorado) de la última entrega de Batman, un joven descerebrado asesinó a 12 personas.
Dejando a parte la desgracia a la que se ha enfrentado de partida el estreno de la película, surge otro problema para esta nueva edición del hombre murciélago, y es que se espera mucho de ella. Resulta difícil juzgar una película cuyas precuelas alcanzan un nivel tan alto. Batman begins era una demostración de estilo, el viaje a los orígenes de uno de los superhéroes más exitosos de todos los tiempos, retratado en su vertiente más oscura. El caballero oscuro, una sinfonía, una película con todos y cada uno de los elementos necesarios, medida al milímetro, filmada con maestría. Probablemente, una de las mejores películas de acción de la última década. Pero su continuación, El caballero oscuro: la leyenda renace, no ha conseguido seguir sus pasos y en cierta medida, se queda a medias.
La última película de Nolan se hace larga. A la primera parte del metraje le falta algo de ritmo y se nos presenta un superhéroe en horas bajas, tan demacrado, que resulta inverosímil verlo de repente repartiendo mamporros como antaño. Sin embargo, el director de Memento (2000) se guarda lo mejor para un final apoteósico y sorprendente que engatusa por completo al espectador y le hace olvidar que ha estado sentado en la misma butaca durante bastante más de dos horas y media. El estilo visual de Nolan es espectacular, como lo es en general su puesta en escena.
Termina de este modo una trilogía que alcanzó por lo tanto su punto álgido en su segunda entrega. Sólo espero que los magnates del cine sepan contenerse y no empiecen, como viene siendo tendencia, a producir más y más secuelas que carezcan de sentido.

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